Interpreté a Tomás, hijo de Malucha Pinto bajo la dirección de Andrés Peréz Araya. Sin duda el personaje más bello y complejo que me tocó interpretar en toda mi carrera. Tomás nació con una parálisis cerebral provocada por un cytomegalovirus, el texto adaptado de las "Cartas para Tomás" para su adaptación teatral permitieron imaginar a Tomás en una dimensión poética donde se le podía ver hablando, cantando y danzando. Pero por sobre todo revolucionando el mundo. Esta obra me sumergió en el intrigante y fascinante mundo de la discapacidad intelectual. Fue un antes y un después para todo lo que vendría para más adelante. La dirección de Andrés Pérez Araya fue lo que siempre había soñado, poder trabajar con él, bajo su mirada y sus convicciones como director fue un regalo de la vida.

El texto de Cristián Soto es una maravilla. Andrés Pérez Araya me invitó a interpretar a este joven en búsqueda de una identidad. Me crié en Francia hasta los 15 años, esa búsqueda siempre ha sido un tema en mi vida. Interpretar a Nemesio fue un regalo único. El Gran Circo Teatro estaba pasando por un gran momento creativo y la obra supo plasmar toda la belleza y poesía que contenía el texto.

El Teatro Nô me fascinó desde el primer momento que lo descubrí. En occidente no es habitual conocerlo y menos tener la ocasión de poder verlo. Las obras de Teatro Nô suelen darse únicamente en Japón. El año 1999 vino a Chile por única vez una de las compañías oficiales desde Tokyo, Japón. Dieron dos funciones en Santiago y un workshop en la Embajada de Japón para invitados interesados en esta disciplina teatral, donde compartieron algunas herramientas fundamentales de este precio arte. Allí estuve y viví la maravillosa experiencia de tener en mi rostro una máscara de Teatro Nô original. Este taller fue sin duda el espacio de aprendizaje que más me ha influido en todo mi trabajo como actor, director y hoy consultor. En este teatro el tratamiento del espacio tiempo es único, y el canto, el drama, la danza y la orquestación son de una poesía excepcional.

Después de Madame de Sade nació mi amor por el Teatro Nô y comenzó un arduo estudio del teatro japonés pasando por el Bunraku conocido como Ningyō jōruri y el Kabuki. Invité a un joven grupo de actores aficionados a vivir un viaje muy particular. Resultó una de las obras más lindas que dirigí en mi vida, todo acompañado por la música de Ryuchi Sakamoto. Dimos vida a una obra sin texto donde todo era emoción.  Éramos el Grupo Teatro Zeami.

Mi paso por la televisión en Canal 13 duró 7 años, se lo debo a Elba Alarcon quien le propuso a Veronica Saquel, por esos años productora ejecutiva del Área Dramática, que yo interpretara un rol secundario para la teleserie Machos. Después de eso vinieron varias teleseries donde terminé trabajando como actor y posteriormente como director de actores. El personaje que recuerdo con más afecto fue el del Manu en la teleserie Brujas, un joven autista. Una vez me preguntaron en la calle como hice ese personaje y solo pude responder: "con amor, con mucho amor". Nuevamente el universo de la discapacidad intelectual llegó a mi vida y sumergirme en ese personaje fue una aventura excepcional.

Esta teleserie marcó mi transición como actor al camino del coaching. Le había planteado a Canal 13 mi deseo de dejar de actuar en las teleseries para estar al servicio de los actores apoyándolos y dirigiendolos en las escenas. Al poco tiempo surgió un nuevo proyecto que requería una niña de no más de 10 años como protagonista. Veronica Saquel, productora ejecutiva, me encargó la dirección de casting y la dirección actoral de la pequeña actriz que fuera a interpretar ese rol. Finalmente la joven actriz a cargo del rol fue Belén Soto. Fue un trabajo maravilloso, resultó ser una niña con una compresión enorme de la historia que estábamos contando. Nunca olvidaré la tremenda inteligencia emocional que tenía para trabajar cada escena como también el enorme talento actoral que tenía.

Sergio Nakasone me invitó a hacerle coaching a los tres Chefs que iban a protagonizar la primera versión de MasterChef Chile para Canal 13. Trabajé con Cristopher Carpentier, Ennio Carota y Yann Yvin en el lindo desafío de crear, por un lado, una comunión entre ellos, y por otro acentuar las diferencias que debían tener sus respectivos personajes para el programa. Fue muy entretenido trabajar para ese formato de programa como haber podido ser un aporte para la gran producción que fue la primera edición de MasterChef en Chile.

Mi trayectoria actoral fue dando paso a la consultoría de forma paulatina. Trabajar con personas, con historias reales, atender problemas del mundo real me fue seduciendo a tal punto que comencé a ver la ficción con menos interés. Siento un enorme privilegio cuando una empresa nos invita a conocer su realidad, su historia y a sus trabajadores, cuando nos cuentan sus necesidades y nos invitan a poder ser parte de la solución. Es un guión de verdad, una obra real. Poder ser un aporte tangible y poder dejar buenas herramientas en esa empresa es algo impagable. Siempre decimos que el valor de nuestro trabajo no es el taladro sino el hoyo que deja el taladro. Hacer teatro, cine o televisión siempre es una linda oportunidad para hacer viajar, entretener y emocionar al espectador, sin duda. Pero ver a personas en sus distintas realidades laborales agradecer de corazón nuestro trabajo nos conmueve mucho más. Ese abrazo, ese agradecimiento es nuestro aplauso, es nuestra felicidad.